sábado, 12 de marzo de 2016

Juan Niño

NO VAYA USTED

No vaya usted a creer
que el hígado me duele
por esa boca suya esquiva,
por esas suyas manos tan distantes,
por el filo de ese suyo “no me importa“
que rasgó las cortinas de mi casa
para que mis ojos salgan a buscarle.


No vaya usted a creer
que por esa caricia suya tan pensada,
por esa sed que usted se traga,
se pueda importunar mi vida
de gratuito y fino amante,
tan dardo en los propósitos,
tan abiertos a los dados de la noche.

No vaya usted a creer,
así, no más, que usted,
pueda importunar mi joven hígado
con esa su sonrisa alegre y clara,
con esos suyos gestos como el traje,
con esa rosa seducción,
suya flor en que se esconde.

No vaya usted a creer
que por este amor espina,
relámpago sin noche
guarde algún recelo,
prepare algún vinagre;
ni vaya usted a pensar
que al menos hoy, pudiera odiarle.

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